La Organización de las Naciones Unidas (ONU) confirmó que Gaza atraviesa una de las peores crisis humanitarias de la actualidad: la hambruna ya afecta a más de 514 mil 000 personas, principalmente en la zona norte y central del territorio.

De acuerdo con la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), la población gazatí ha superado los umbrales internacionales para declarar formalmente la hambruna: más del 20 por ciento de los hogares no tiene acceso a alimentos, el 30 por ciento de los niños menores de cinco años sufre desnutrición aguda y la mortalidad infantil está en aumento.

El secretario general de la ONU, António Guterres, describió la situación como un “infierno para los palestinos” y un “fracaso para toda la humanidad”.

Agencias como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y UNICEF advierten que la crisis se agravará en las próximas semanas si no se permite el ingreso urgente de ayuda humanitaria.

La parálisis del suministro de alimentos, agua potable y medicinas, junto con la destrucción masiva de infraestructura básica, ha dejado a la población en condiciones críticas. Según datos oficiales, el 86 por ciento de los habitantes de Gaza enfrenta niveles extremos de inseguridad alimentaria y casi la totalidad depende de la asistencia internacional para sobrevivir.

La ONU también advirtió que la acumulación de escombros, la destrucción de más del 80 por ciento de las instalaciones de agua y saneamiento y el desplazamiento forzado de cientos de miles de personas han creado un escenario donde la salud y la nutrición son insostenibles.

“Lo que ocurre en Gaza no es solo una emergencia, es un retroceso histórico en derechos humanos y desarrollo”, señala un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Con este panorama, el organismo internacional insiste en que se requiere un alto al fuego inmediato y el acceso seguro de los convoyes de ayuda para evitar que la crisis alimentaria se transforme en una catástrofe aún mayor.