El gorro verde con ojos de rana que Greta Thunberg ha usado en diversas protestas ha trascendido su aspecto lúdico para convertirse en un emblema de resistencia pacífica y activismo político. Recientemente, en el puerto de Barcelona, la activista sueca fue fotografiada con su característico sombrero antes de embarcarse en la flotilla humanitaria hacia Gaza, momentos antes de ser detenida por las autoridades israelíes. En las imágenes difundidas por el Ministerio de Exteriores israelí, Thunberg aparece con su gorro, consciente del significado que ha adquirido como símbolo de lucha y solidaridad.
Este accesorio, inicialmente visto como un detalle tierno o incluso infantil, ha adquirido una carga simbólica profunda. Las ranas son conocidas por ser bioindicadores del estado del medio ambiente, alertando sobre cambios en su ecosistema. De manera similar, el sombrero de rana se ha convertido en un recordatorio de la fragilidad de la biodiversidad y de la necesidad urgente de actuar frente a las crisis globales.
Además, el gorro ha sido interpretado como una forma de subvertir las expectativas sobre cómo debe lucir la resistencia. Lejos de la imagen tradicional de la protesta, el sombrero de rana aporta un toque de ternura y accesibilidad, desafiando la idea de que la lucha por la justicia debe ser seria o intimidante.
A lo largo de sus viajes y protestas, Thunberg ha sido vista en diversas ocasiones con su sombrero de rana, incluyendo momentos en los que ha sido detenida por la policía danesa durante manifestaciones en apoyo a Palestina. Este gesto ha sido ampliamente documentado y compartido en redes sociales, consolidando el gorro como un símbolo de su activismo y de la lucha por un mundo más justo y sostenible.
El sombrero de rana de Greta Thunberg ha evolucionado más allá de un simple accesorio de moda para convertirse en un ícono de resistencia pacífica, recordándonos que la lucha por la justicia social y ambiental puede ser tanto firme como amable.