Trabajar no siempre significa poder comprar lo que necesitamos. Según los últimos datos del INEGI, en México hay aproximadamente 45.8 millones de personas que, aunque tengan empleo, no ganan lo suficiente para cubrir la canasta básica alimentaria. Eso representa casi un tercio de la población laboral, un número que sigue creciendo trimestre a trimestre.

Si bien muchos creen que tener un trabajo es sinónimo de estabilidad, la realidad es otra. En el segundo trimestre de 2025, la pobreza laboral subió respecto al trimestre anterior: 1.6 millones de personas más se sumaron a quienes no alcanzan a cubrir los alimentos más esenciales.

Y no se trata solo de números fríos. Estamos hablando de familias que ven cómo su dinero no alcanza para el pan, la leche o los frijoles al final de la semana. Para muchos mexicanos, el salario se evapora antes de llegar a la canasta básica.

Aquí en Guanajuato, la situación muestra un ligero respiro: el porcentaje de personas que no puede comprar la canasta básica bajó del 39.6% en 2024 al 35.4% en 2025. Sin embargo, sigue siendo un reto enorme, especialmente para quienes trabajan en el campo o en empleos mal pagados en la industria local.

Lo preocupante no son solo las estadísticas: detrás de estos números hay historias de esfuerzo diario y decisiones difíciles. Familias que recortan gastos, que buscan ofertas y que, aun así, llegan a fin de mes con las manos vacías.

Los especialistas coinciden en que esta situación refleja la desigualdad salarial y la necesidad de revisar los sueldos mínimos y las condiciones laborales. Mientras tanto, la población sigue lidiando con el dilema de trabajar y no alcanzar lo suficiente para vivir dignamente.